De desiertos, diversidad y Derecho de la Cultura

Las imágenes y símbolos especulares, esto es, aquellos a través de los cuales las sociedades representan sus deseos, frustraciones y anhelos más profundos y primigenios, son poderosas fuentes información acerca de la identidad o los procesos de construcción de identidades colectivas. La visión especular, el perderse en el reflejo que estudiaron los neoplatónicos o que la ficción de todas las épocas usó para construir profundas reflexiones filosóficas. El reflejarse en una imagen explica mucho más que el más alambicado tratado de filosofía o teología.

Estos días, por supuesto, una imagen emerge con gran fuerza en todas partes, espejeada en variaciones sinnúmero en todo el mundo. Desde que el rey Carlos III importase de Nápoles a la Península la tradición del Belén, aquel famoso pesebre constituye un motivo de reflexión, tanto en el espacio público –sea real o virtual– como en el imaginario colectivo.

¿Pero cuál es el trasfondo hermenéutico de esta imagen? Es la de un oasis de calor y humanidad en el páramo, un refugio que sirva de baluarte para ese frío desierto. En el medio del este emerge una breve construcción en la que hay un grupo primordial, una mujer y un hombre con un bebé, rodeados extrañamente de animales que, a su vez, son rodeados de personas culturalmente muy diversas. De lo particular a lo general, de la identidad a la otredad, como nos recuerda la representación iconográfica de los reyes magos, de diverso origen y que conviven espacialmente con un grupo de pastores locales del estrato social más humilde. La escena de diversidad cultural y animal está envuelta por ese halo de misterio que le da la estrella o cometa, que funciona a modo de observador metafísico o casi cósmico. Resulta ciertamente paradójico, si se analiza desde el punto de vista iconográfico, cómo esta imagen de diversidad cultural es una de las más reconocibles metáforas visuales del cristianismo, una religión que ha marcado culturalmente a occidente, aunque no se haya caracterizado siempre por el respeto y reconocimiento del otro. 

Pero es precisamente en ese intersticio surgido en el desierto, en el medio de la nada, en el que surge el diálogo. El diálogo interdisciplinar e intercultural que se convierte en atalaya privilegiada de análisis de la realidad desprovista de prejuicios.

Algo así pretende, mutatis mutandis, el ímpetu que anima el Derecho de la Cultura y ese foro diverso que es el ‘Aula’ que desde Gabeiras & Asociados promovemos.

Reflejo y reflexión.

Felices fiestas.