Sorry, Mr. Trump, but withdraw Paris is not that simple

En diciembre de 2015, la comunidad internacional celebraba que tras años de negociación la mayoría de los países miembros de la Naciones Unidas se comprometieran a trabajar juntos de cara a establecer medidas concretas para contrarrestar el calentamiento global.

Este compromiso se formalizó mediante el ya conocido por todos Acuerdo de París, cuyo objetivo primordial es limitar el aumento de la temperatura media mundial por debajo de los 2 grados centígrados respecto a los niveles preindustriales. Para ello, en el referido acuerdo se toman un conjunto de medidas, a largo plazo, dentro de las que se encuentra la reducción de las emisiones de gas carbónico de un 40 a un 70 por ciento para el año 2050.

Pero al margen de este loable objetivo que, como sabemos, proviene de las pautas ya establecidas en el protocolo de Kioto de 1997, lo realmente importante es que mediante el Acuerdo de París se había logrado el consenso mayoritario de la comunidad internacional respecto a reconocer al calentamiento global como un problema actual que impone soluciones inmediatas a efectos de no hipotecar la forma de vida de generaciones futuras.

Es por ello que, hasta el presente año, el Acuerdo de París había sido firmado por más de 190 países y ratificado por un total de 148 naciones dentro de las que se encuentran los principales emisores de gas carbónico, es decir, Estados Unidos y China.

Sin embrago, el pasado 4 de agosto, el gobierno estadounidense, tal y como ya había anunciado, meses antes, el Presidente Donald Trump procedió a notificar formalmente a las Naciones Unidas su intención de retirarse del Acuerdo de París “tan pronto como sea posible”. Pero lo cierto es que si atendemos a los propios términos del tratado la Administración Trump no tendrá tan fácil desvincularse del Acuerdo de París.

Concretamente, el numeral primero del  artículo 28 del Acuerdo expone que: “Cualquiera de las Partes podrá denunciar el presente Acuerdo mediante notificación por escrito al Depositario en cualquier momento después de que hayan transcurrido tres años a partir de la fecha de entrada en vigor del Acuerdo para esa parte”.

Así, si tenemos en cuenta que la entrada en vigor del Acuerdo de París se materializó el 5 de octubre de 2016, cuando precisamente la Unión Europea (quien representa el 12 por ciento de las emisiones de CO2) procedió a ratificar el tratado, vemos que una solicitud por parte de los Estados Unidos de América para desvincularse del Acuerdo solo podrá tenerse por formalmente realizada a partir del 4 de noviembre de 2019.

Pero es que, a su vez, no solo basta con que se formule tal solicitud, sino que a tenor de lo establecido en el literal segundo del precitado artículo 28 del Acuerdo de París, “la denuncia surtirá efecto al cabo de un año contado desde la fecha en que el Depositario haya recibido la notificación correspondiente o, posteriormente, en la fecha que se indique en la notificación”. Esto se verificaría, como mínimo, el 4 de noviembre de 2020, precisamente en vísperas de las futuras elecciones presidenciales en los Estados Unidos.

Cierto es que, para sortear estas formalidades, la Administración Trump podría dejar de participar en las cumbres y reuniones relacionadas con el Acuerdo. No obstante, a razón de lo establecido en el artículo 70.2 de la Convención de Viena, hasta que no surta efecto el retiro del Estado conforme a las normas del Tratado y del derecho internacional, la solicitud en cuestión no afectara ningún derecho u obligación de las partes suscribientes, por lo que Estados Unidos no podrá actuar en contra de los postulados establecidos en el Acuerdo. Y, si así lo hiciera, el resto de la comunidad internacional podría tomar un conjunto de medidas de carácter diplomático en contra de la Administración Trump por desconocer el Acuerdo.

Así que, tal y como se encabeza este post, sorry, Mr. Trump, but withdraw Paris climate agreement is not that simple.