La mitad de las películas nominadas a los Goya han sido financiadas por dinero privado de AIEs

‘El espía de las mil caras, AIE’, ‘Mistery Producciones, AIE’, ‘Agosto, La Película, AIE’, ‘Invasor Producción AIE’, ‘El Olivo, AIE’… El cincuenta por ciento de los largometrajes de ficción españoles nominados en alguna de sus categorías a la edición de los Premios Goya que se entregan esta noche han sido en parte financiados a través de una AIE, de una Agrupación de Interés Económico, una figura jurídica de existencia efímera generada para pagar, y por tanto poseer, una producción, en este caso cinematográfica, y beneficiarse así de una fuerte exención fiscal. Una herramienta que ya se ha convertido en imprescindible para los creadores de nuestro país.

Son nueve las AIEs que coproducen largos seleccionados en esta edición de los Goya; títulos como ‘Un monstruo viene a verme’, ‘Cien años de perdón’, ‘Tarde para la ira’ o ‘El hombre de las mil caras’. Tras ellas, inversores, personas físicas o jurídicas que se unen en una figura asociativa de cooperación interempresarial, con personalidad jurídica y carácter mercantil, que busca ampliar la rentabilidad de sus socios centrándose necesariamente en alguna actividad económica auxiliar a la que estos desarrollan. Los inversores no están, por tanto, vinculados al sector cinematográfico, no deberán disponer de conocimientos sobre este ni vaticinar un posible éxito comercial del film, ya que los beneficios que genere la AIE no se basarán en ningún caso en los ingresos que la cinta coseche.

Para los directores y resto de productores de la película, que sufren la delgadez de las ayudas públicas, la AIE supone un balón de oxígeno al que cada vez con más frecuencia recurren. Son ellos quienes toman la iniciativa de que se constituya, valiéndose de un imprescindible asesoramiento jurídico-financiero, dada la complejidad de la constitución y funcionamiento de estas asociaciones. Gabeiras & Asociados, despacho especializado tanto en Derecho Financiero como en Derecho de la Cultura, es uno de los que ofrece este servicio. “Siempre que su estructura sea razonable y se ajuste a la norma, sin tratar de maximizar sus beneficios fiscales a través de sociedades ficticias, las AIEs serán tremendamente útiles para los inversores y para la propia creación”, reflexiona Patricia Gabeiras, socia fundadora del bufete.

El Real Decreto 1084/2015, de 4 de diciembre, por el que se desarrolla la Ley 55/2007, de 28 de diciembre, del Cine y la Ley del Impuesto de Sociedades recogen las AIEs como figuras jurídicas que vehiculizan la entrada de capital privado en las producciones cinematrográficas. La Ley de Sociedades establece que estas disfrutarán de una deducción del 20% en los costes de producción de la película. Al trasladarse automáticamente este incentivo fiscal al inversor, a su inversión, como contraprestación a su aportación a la obra, las AIEs se convierten en herramientas de inversión muy atractivas.

Para que los miembros que integran la Agrupación de Interés Económico sean objeto de la deducción fiscal, la propiedad intelectual de la obra deberá recaer sobre la AIE. Esta estará formada por dos socios, el inversor, con un capital social mayoritario, habitualmente del 99%, y el productor original, quien ostenta los derechos que deberá cederle al nuevo inversor, y que participará generalmente con un 1%.

La AIE, en calidad de empresa productora, adquiere así en exclusiva la titularidad de los derechos de la obra audiovisual y es, por tanto, la receptora de las subvenciones públicas y firmante de todos los contratos de venta de derechos y de distribución. Es, en fin, la auténtica productora de la película; productora temporal, ya que cuando se produzcan las exenciones que han motivado su creación, generalmente a los cinco años de su constitución, la AIE se disolverá y la titularidad de los derechos y propiedad de la cinta regresarán a su productor original.

El despacho Gabeiras & Asociados fue pionero al crear en el año 2015 estructuras en forma de AIEs en otros sectores artísticos, el musical y las artes escénicas. Su utilización como fórmula de financiación se convirtió en una poderosa herramienta, avalada por la propia Agencia Tributaria en la primera de las consultas vinculantes.