cultura; artes escénicas

El valor de la cultura

La crisis provocada por la COVID-19 ha impuesto un parón en la actividad económica y social del país. Desde la Fundación Gabeiras para el Derecho y la Cultura, además de cooperar con asociaciones, federaciones y profesionales del ámbito cultural, queremos tomar un papel activo generando y compartiendo conocimiento. Inauguramos hoy una serie de artículos que serán publicados en nuestro blog, con periodicidad semanal, en los cuales se abordarán de manera específica asuntos de interés relativos a la situación actual.

El valor de la Cultura

En la Fundación Gabeiras nos dedicamos al estudio del Derecho de la Cultura. Esto supone que nuestras reflexiones y actividades abordan, de muy diferentes maneras, aspectos relativos a todos los ámbitos de la legislación y normativa cultural, consecuencia del derecho constitucional a la participación y acceso a la cultura. Todo lo cual compone la especialidad jurídica del Derecho de la Cultura.

La crisis de la COVID-19, que ha supuesto el confinamiento de todo el país en sus domicilios, ha puesto en evidencia la dicotomía referida a nuestra relación como ciudadanos con la participación cultural, que en realidad ya conocíamos y que de manera simplificada podríamos resumir en dos planos: la participación en la actividad profesional/industrial cultural y el disfrute de forma colectiva o individual, a través del acceso a los bienes o servicios culturales, tanto de manera activa como pasiva, como usuarios o como creadores no profesionales.

Ante la pregunta de cuál es el valor de la cultura para una sociedad, hemos observado cómo, en una situación de resquebrajamiento de la cotidianeidad y asunción de la vulnerabilidad humana, la cultura se revela en el lugar que siempre ha estado: como cohesionador social y como elemento que dota de trascendencia la vida humana, aun en momentos como este, cuando las experiencias cotidianas se circunscriben a los límites de nuestra casa.

Queda, por tanto, claro que el valor social de la cultura es indiscutible y absolutamente relevante y que además así lo consideran sus usuarios, entendiendo a estos como sus beneficiarios no como meros adquirientes de cultura.

Ahora bien, ante el cese de actividad económica la industria cultural se enfrenta a una profunda pérdida de ingresos y por tanto comienza a sumirse en una crisis que difícilmente podrá soportar, teniendo en cuenta que ya parte de una situación precaria de base.

Ante este planteamiento, queda demostrado que existe una distancia entre lo que la cultura vale para la vida y el valor que le asigna el mercado. Además de paliar la crisis, esta situación podría ser la oportunidad, tristemente encontrada, para cuestionar la valoración económica de la cultura.

Por todo ello, además de las medidas específicas que, desde cada subsector cultural, se están proponiendo y reclamando, sería necesario considerar una línea de financiación y unas medidas generales para todo el sector cultural que deberían permanecer más allá de la contingencia actual. En casi todos los textos que han generado los colectivos profesionales se ha señalado el ejemplo alemán o el francés que han propuesto líneas de financiación específicas para el sector cultural, así como una línea que inyecte liquidez al sector.

Por parte del Ministerio de Cultura de España se ha reaccionado incluyendo con las siguientes medidas:

  • Se ha incluido a los profesionales de la cultura en la línea de avales aprobada por el Consejo de Ministros para empresas y autónomos, además de para asociaciones u otras formaciones de entidades jurídicas diversas, lo cual resulta importante para el sector cultural. Hay que recordar que este sector está compuesto mayoritariamente por empresas y microempresas (PYMES) (sólo el 0,7% de las empresas tienen más de 50 trabajadores) así como multitud de asociaciones y cooperativas.

 

  • Ha comenzado también a preverse la reprogramación de actividades, por ejemplo las del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música o del programa PLATEA para garantizar la sostenibilidad de las compañías de teatro, música, danza y circo.

 

  • También se ha tomado medidas sobre las ayudas, acelerando las subvenciones nominativas a las principales instituciones nacionales del sector. Se propone también facilitar la concesión de ayudas, así como ampliar los plazos de ejecución de las ya concedidas y su justificación, que contribuirá a dotar de liquidez al sector.

 

  • El Real Decreto-Ley 8/2020, de 17 de marzo, de medidas urgentes extraordinarias para hacer frente al impacto económico y social del COVID-19, valorará en atención a las características específicas de los distintos sectores y la normativa laboral aplicable, teniendo en cuenta, en particular, las especificidades de aquellas empresas que presentan una alta variabilidad o estacionalidad del empleo o una relación directa con eventos o espectáculos concretos, como sucede, entre otros, en el ámbito de las artes escénicas, las musicales, la creación literaria, la cinematografía y el audiovisual. En el caso de los contratos temporales el compromiso de mantener una contratación posterior de seis meses no se entenderá incumplido cuando el contrato se extinga porque haya finalizado el tiempo convenido o la realización de la obra o servicio para el que se contrata, e incluso, cuando no pueda realizarse de forma inmediata la actividad objeto de contratación. Casuísticas todas que, a modo de ejemplo, suelen suceder tanto en rodajes cinematográficos como en montajes escénicos o musicales.

 

  • Por lo que se refiere a la prestación extraordinaria por cese de actividad para los autónomos, en el ámbito de las actividades culturales se amplía el período a tener en cuenta para acreditar la reducción de los ingresos de seis meses a un año. Con ello se pretende dar cobertura a las profesiones culturales que suelen tener un carácter discontinuo y, en muchas ocasiones, estacionales.

 

  • Por último, se ha recogido otra de las demandas trasladadas por el sector, la planificación de un programa de relanzamiento y apoyo de una vez se supere la crisis de la COVID-19.

 

  • Además de las medidas institucionales, es ineludible entrar en la aplicación de las medidas del Estatuto del Artista, que suponen una evolución trascendental para el sector y puede protegerlo de futuras eventualidades, así como la regulación de los contratos laborales. Esta situación va a visibilizar todo el trabajo cultural que queda a la sombra, y que en buena medida se desarrolla al margen de las previsiones legales: traductores, correctores, ilustradores, editores independientes, entre muchos otros.

 

  • También nos llevará al cuestionamiento de los formatos de la cultura. El Consejo Internacional de museos contemporáneos de Europa ya comienza a repensar cuál será el modelo de museo que viene. FAETEDA, la Federación Estatal de Asociaciones de Empresas de Teatro y Danza, ha incluido entre sus propuestas, medidas para adelantarse a posibles respuestas sociales que alejen al público de los espectáculos en vivo una vez superada la crisis.

 

Sería por último también el momento de abrir una reflexión sobre la financiación y el espacio para la gratuidad de la cultura, así como sobre cuál será el futuro de las nuevas formas de cultura digital, en el marco de los nuevos consumos de la cultura, y muy especialmente en las formas de streaming.

Todas estas cuestiones se irán resolviendo a medida que se desarrollen los acontecimientos, pero el sector cultural debe anticiparse para amortiguar el golpe en la medida de lo posible.

En cualquier caso, siendo optimistas, cabría esperar una reflexión colectiva sobre una idea general que ya apuntaban las consignas feministas: ‘hay que poner la vida en el centro’. Esta crisis puede estar revelando lo que realmente sostiene a la existencia humana. Sin perjuicio del reconocimiento fundamental a las tareas de cuidados y sanidad, la cultura ha demostrado estar siendo uno de los valedores para la vida.